Esto se explicó hoy en una jornada virtual convocada por la entidad, para avanzar con datos concretos y propuestas sólidas en el control de la aplicación de fitosanitarios en la ciudad, frente a los integrantes del Concejo Municipal.
Por Elida Thiery. Durante esta mañana la Sociedad Rural de Rafaela organizó un desayuno virtual para poder acercar su postura acerca de la «Aplicación Segura de Fitosanitarios», encuentro en el que participaron especialmente los concejales de la ciudad, además de dirigentes rurales, profesionales e incluso medios de comunicación.
Norma Bessone, la presidente de la entidad encabezó el encuentro en el que se referenció la intención de generar conceptos de base científico-técnicas a partir de las cuales se “proponen medidas y tecnologías comunes para alivianar el impacto posible en la comunidad. Se busca el consenso a nivel local y regional, con foco en la salud humana y los recursos naturales. Pretendemos un debate racional, basado en la ciencia, con investigaciones que avalen los conceptos”, para que de esta manera se consiga “una propuesta superadora en la ciudad.
A continuación el Ing. Agr. Jorge Ghiano, especialista en producción lechera e integrante de la entidad, detalló que Rafaela tiene 15.800 hectáreas de suelo clase 1, de los más fértiles del país, de las cuales el 23 por ciento corresponden al ejido urbano. Dentro de la zona de exclusión para aplicaciones, de 200 metros desde el límite urbano-rural, son 760 hectáreas inutilizadas, que hoy presentan malezas, roedores y sobre todo basurales a cielo abierto. De ese total, son 20 explotaciones agropecuarias las afectadas, entre 20 y 50 por ciento de su superficie por esas restricciones, entre las cuales se incluyen cinco tambos, siendo dos de ellos cabañas de cría de la raza Holando reconocidas a nivel nacional.
Con experiencia internacional, el profesional e integrante de la comisión directiva de la SRR explicó que “una aplicación segura es fundamental para generar confianza en la ciudadanía, para resguardar la salud y el medio ambiente”.
La extensión a mil metros del límite de aplicación abarcaría a 4.358 hectáreas, equivalentes al 28 por ciento del distrito, superando al ejido urbano y con ello, “los productores verían comprometida el cien por ciento de la producción”, con consecuencias complejas si esto se extrapolara a todo el territorio provincial.
La producción agropecuaria hoy es el motor de la economía nacional, es la base de la producción de alimentos, por lo tanto no se puede plantear simplemente “agrotóxicos no, agroecología si”, como se hiciera recientemente para destinar todo ese espacio a huertas agroecológicas, pasturas, cortinas forestales y mucho menos a la cría de ganado por la inseguridad vigente y los múltiples casos de abigeato. Suelos de alta calidad quedarían por debajo de los márgenes de rentabilidad mínimos.
“Decenas de tambos estarían obligados a cerrar si esta medida se replicara en otras localidades”, subrayó Ghiano, apostando a las Buenas Prácticas que no dañan la salud, ni el medio ambiente, que propenden a la buena información y acción, reduciendo incluso las aplicaciones de fitosanitarios.
Las nuevas AgTech, tecnologías de precisión, permiten detectar en tiempo real la deriva de pulverizaciones e incluso dosificar de mejor manera su uso, para la eficiencia y eficacia que destacan a la producción agrícola nacional en el mundo.
Casi el 70 por ciento de los productos que se utilizan en el país son de banda verde, que no presentan peligros directos para la salud, si bien no son inocuos, su uso adecuado y responsable no genera afecciones a las personas o al medio ambiente y se añadió que los datos que surgen desde las ART, los aplicadores no han presentado casos de toxicidad o efectos crónicos por la trea desempeñada en contacto con estos productos.
Ghiano concluyó que “hablar de metros de una línea agronómica queda demostrado que no tiene sentido”, además no ha habido denuncias en Rafaela sobre esta temática en los últimos años que hicieran que la Justicia avance en algún sentido, a diferencia de otras localidades santafesinas.
Metodología
Según la Ing. Agr. June Thomas, se debe avanzar a un sistema de inspección y control que utilice la estructura actual, pero adecuándose al programa AlGeFit (Algoritmo para la Gestión de Fitosanitarios de la UNL), que además de identificar las necesidades del sistema de aplicaciones y de los recursos humanos, recomienda generar un protocolo de comunicación, para brindar transparencia a la población, que servirá para cualquier reclamo posterior.
Se debe diferenciar el peligro y el riesgo, en referencia a los fitosanitarios. Será entonces la percepción del riesgo que tiene que estar basado en información completa, veraz, real para no subestimar, ni sobreestimar el caso.
La propuesta incluye a los domisanitarios, que son las sustancias que en el hogar combaten a insectos y plagas, utilizándolas con máximas exposiciones, sin mayores criterios, generando en estos casos mayores riesgos para la salud que cualquier otro producto.
Los responsables de cada operación pueden lograr el control con capacitación sobre BPA, desde los comercios, las maquinaria, los depósitos, los aplicadores, el manejo, operaciones y aplicación deben estar contemplados en la ordenanza futura, basada en el programa AlGeFit, las BPA, con los controles prestados por el Municipio, con un protocolo informativo claro orientado para la población, cumpliendo así su responsabilidad quienes tienen la función de
formular políticas públicas que cuenten con medidas eficaces para controlar y demostrar ese control.
Partiendo de esto, “cualquier propuesta que se base en distanciamiento y prohibición de las aplicaciones, no tienen ningún fundamento científico. La respuesta está en la ciencia y en la técnica”, explicó entendiendo que es la metodología del manejo del riesgo, que es la que se emplea en la industria alimenticia.
Propuesta
Fue Cristian León, Lic. en Edafología de la Agencia de Extensión Rural del INTA Rafaela, el encargado de hablar sobre los protocolos de aplicaciones en periurbanos ampliados, para producir de forma sustentable, propender al trabajo mancomunado, ofrecer una herramienta útil a ciudades y pueblos, brindando confianza entre las partes.
El 9 de marzo se presentó este proyecto ante el Concejo Municipal, luego de un trabajo regional, en el que incluso estuvo presente el senador departamental, Alcides Calvo.
“Desde el INTA estamos convencidos que el trabajo conjunto es lo más conveniente, se pueden generar lazos fuertes entre el campo y la ciudad, pudiendo producir de manera segura los alimentos”. Siendo la prioridad la salud, la conservación de recursos naturales y la producción agrícola, no hay que dejar de lado el control químico de la producción que “debe tener un alto grado de racionalidad, basada en la ética”.
Cada vez son menos las aplicaciones, según los datos del Senasa, en una tendencia creciente del uso de los productos de banda verde o azul, mientras que la línea agronómica debe estar claramente delimitada e informada, además de tener que promover el monitoreo integrado de plagas para minimizar estas aplicaciones, en días que meteorológicamente lo permitan, bajo el control de un profesional capacitado para verificar los elementos, las recetas agronómicas, con autoridad para detener las aplicaciones de ser necesario.
Lo indicado en la propuesta es que a partir de la línea agronómica, los primeros diez metros deben ser forestados para generar un área de seguridad obligatoria.
A partir de ese rango, por 1.500 metros el área de aplicaciones restringidas deberá estar señalizada y allí sólo se podrán aplicar productos de banda verde. Se tiene que comunicar por escrito 48 horas antes de la aplicación el detalle del trabajo al Municipio, con la receta del trabajo firmada y sellada por un ingeniero agrónomo, que sea asesor técnico y que estará presente durante la aplicación.
Los siguientes mil metros serían un área de responsabilidad social rural, para la realización correcta de cualquier aplicación.
El área rural protegida es la zona cercana a escuelas rurales o zonas de esparcimiento, que sólo podrán tener aplicaciones terrestres durante los fines de semana y al final del día, requiriendo la información de cada acción. Las aplicaciones aéreas deberán darse a partir de los 2.500 metros de la línea agronómica y con similares protocolos que las aplicaciones terrestres.
Así se puede conseguir “responsabilidad y empatía entre el campo y la ciudad”.
Hacer las cosas bien
Luis Carrancio, director de la EEA Oliveros del INTA, apuntó a “no caer en reduccionismos que no alcanzan a las soluciones en cuanto a productos o distancias”.
El uso de fitosanitarios es necesario y requiere “un manejo racional”. Hay que tener en cuenta que “la agroecología está en línea con las buenas prácticas, pero tiene una aplicación compleja que incluso requiere un cambio cultural”, explicando que en su Experimental sólo el diez por ciento del área tiene un trabajo de este tipo. Son las tareas más complejas y la baja rentabilidad, algunos de los puntos más salientes para complejizar su activación.
Además de contar ejemplos de lo que en Arequito se consiguió con el avance del programa AlGeFit, fue contundente al mencionar que “debatir la distancia no tiene sentido si no se hacen las cosas bien”.
El bioquímico Fernando Manera, desde Córdoba, comenzó diciendo que con su exposición pretendió “cambiar temor por conocimiento”, ya que se tiene que generar “educación y responsabilidad en el uso de productos químicos en el campo y la ciudad”.
Su exposición mostró un recorrido por los productos químicos con los que convivimos diariamente, los riesgos de cada uno, e incluso enfatizó en los que son considerados a nivel internacional y nacional como cancerígenos de manera directa y los de probable afección a la salud en este sentido, entre los que se encuentra el glifosato.
Finalmente, el ministro de la Producción de la provincia, Daniel Costamagna, reconoció el compromiso de los dirigentes presentes en este encuentro y manifestó que “el gran desafío pasa por la diversidad, el potencial y los recursos humanos, que se tienen que construir en base a consensos y disensos. Hay que ir avanzando con la vara bien alta, pero hay que ir avanzando en firme”. Sin hablar de manera directa sobre las controversiales distancias y sus opciones de cambio hasta los mil metros, como se manifestó desde el oficialismo rafaelino en el Concejo, “lo agro-urbano es sumar” dijo, añadiendo que es fundamental “proteger la salud de los santafesinos y mantener el equilibrio productivo”.
En tanto, los parámetros científicos brindados en este encuentro son los que pueden generar los “argumentos suficientes”, mientras que “plantear cien metros más o cien metros menos es una cuestión secundaria”, mientras que están pendientes cuestiones vinculadas al ordenamiento territorial, urbano y rural, que pueden permitir una mejora en esta convivencia pretendida.
Fuente: Rafaela Noticias