Javier Remón contó cómo fue su camino hasta llegar al lugar más alto del mundo, un desafío que pocas personas pudieron alcanzar y que pone a prueba el cuerpo y la mente.
El Monte Everest es la montaña más alta del mundo con 8.849 metros, un escenario natural que muchos han deseado subir pero pocos lo han hecho realidad. Javier Remón recientemente se consagró como el 27° argentino en hacer cima en el punto más alto de la tierra.
Remón no solo se atrevió a subir al punto más alto del mundo, sino que hace varios decidió dejar de ejercer como abogado para irse a trabajar a África. «En 2002 me fui a jugar al mundial de kayak-polo a Alemania con el seleccionado argentino y ahí decidí tomarme un tiempo para viajar, para vivir en otro país y me fui a Inglaterra a estudiar inglés, donde me quedé unos años y viajando cruce toda África. Trabajé en el Río Zambeze, primero en una compañía de rafting y después en Uganda, en el Río Nilo, también en una empresa de rafting», arrancó diciendo el andinista.
Fue en ese último lugar donde un amigo que trabajaba en una empresa de safaris lo invitó a trabajar con él y tras siete u ocho años se independizó y armó su propia compañía de safaris. Dicho continente lo asombró con sus animales y su gente, llevándolo a quedarse ahí.
Qué se hace en un safari de África
El barilochense dio un panorama de lo que se realiza normalmente en uno de sus safaris de África. En la travesía Javier mezcla un poco de aventura, rafting, visitas a tribus, y otras actividades en las que busca mostrar lo típico de África.
A la hora de hablar de los animales expresó que es algo «espectacular». «Los safaris se empiezan bien temprano a la mañana porque es cuando los animales están más despiertos, se mueven más. Los leones al mediodía están debajo de la sombra de un árbol durmiendo. Se empieza temprano y se puede descansar al mediodía o no y después a la tarde también es un buen momento para verlos, cuando el sol está cayendo, vuelven a estar más activos que al mediodía», relató Remón.
Entre las especies de animales que se pueden ver en África, el argentino mencionó a los leones, elefantes, jirafas, búfalos, antílopes y cebras. También se puede llegar a observar el leopardo o el rinoceronte aunque destacó que es más difícil.
Su vida en África
El argentino señaló que en su trabajo no para: «Es muy lindo ir cambiando de parques nacionales y de países viendo animales, ya que tengo la suerte de moverme por 19 países de África». Al momento de relatar su cotidianidad, Javier contó que va de safari en safari y que se arraigó las costumbres de allá. Sin embargo, destacó que varias tradiciones argentinas lo siguen acompañando del otro lado del mundo. «Mate tengo en África, siempre tengo yerba allá, a veces lo que más se complica y que suelo pedirle a los argentinos cuando van para allá es dulce de leche y entonces en medio del parque nacional Serengueti a la mañana mi cocinero hace unos panqueques espectaculares y que mejor que ponerle dulce de leche», relató.
Otro escenario natural de África que señaló como «espectacular» fue el volcán Nyiragongo, ubicado en África, que entró actividad días atrás, por lo que terminó obligando a los ciudadanos a alejarse de la zona. Además, relató las circunstancias sociales en el cual se encuentra dicha montaña. «El Congo es un país bastante inestable, no siempre se puede ir, tiene muchos grupos rebeldes, es un país muy rico entonces es muy difícil de manejar. Así que lo de la evacuación (por el volcán) es un decir, le dicen a la gente y la gente hace lo que puede, así que ahora lamentablemente está un poco sensible la zona con esto», indicó sobre el país que contiene esta maravilla natural.
El momento en que decidió subir al Monte Everest
Javier se define como un andinista desde chico y al nacer en Bariloche confesó que «siempre el Everest estuvo dando vueltas por mi cabeza, pasa que es una gran aventura, muy exigente a nivel físico y económico y esas cosas hacen que no sea fácil ir».
La cuarentena la pasó en Bariloche, donde se puso a hacer deporte y a subir montañas siempre que tuvo la oportunidad. «A veces tenía unos días libres en África y en dos días me subía tres montañas. El Kilimanjaro lo subí, acá en Argentina el Aconcagua, que es la montaña más alta fuera de los Himalayas, también», expresó el argentino dando a conocer su larga experiencia en estos espacios.
«Haciendo tanta montaña y tanto deporte el año pasado dije ¡uy! estoy entrenado para el Everest y entonces lo empecé a madurar, a pensar y al final me decidí y me fui a Nepal.«
Javier Remón y su camino hasta llegar a la montaña más alta del mundo
El argentino nombró este viaje como una «aventura enorme, ya el hecho de estar allá en el campo base que es a 5.300 metros es toda una aventura y de ahí empezar a subir, usar varias veces la cascada de hielo del Khumbu, que es una zona que hay cruzar entre el campamento base y el campamento uno». En este lugar, destacó que hay avalanchas, siendo una de las zonas más peligrosas del Everest, sacando la zona de la muerte que es estar a más de 8 mil metros.
«No es tanto desde la base hasta la cumbre. Realmente para aclimatar, para llegar a 8.849 metros se necesitan muchos días y rotaciones, o sea varias veces subir y bajar al campamento base. Entonces desde que llegué a Katmandú (Capital de Nepal), me quedé dos días, y ahí volé Lukla, a partir de ahí empecé a subir. Y fueron desde que llegué a Nepal 33 días hasta que hice cumbre», relató Remón sobre esta travesía que le llevó varios días.
Pese al gran desafío que significa el Monte Everest, Javier la definió como una «expedición rápida», ya que en el campamento base había amenazas de covid, muchos casos y se vio obligado a tomar una decisión. «Hablé con los dueños de la compañía para que aceleren o por lo menos tratar de tirar a la cumbre cuanto antes, así que evitamos hacer muchas rotaciones. Yo hice una rotación que en realidad equipararía con dos porque en otro momento subí otras montañas que te pueden tomar hacer otra rotación y después lo que iba a ser mi segunda rotación fue directamente subir a la cumbre. Y ahí sí subís del campamento base al campamento dos, evitas el campamento uno porque ya aclimataste y vas directamente al dos, así que ahí tenés un día. Si la ventana del tiempo es perfecta al día siguiente podrías subir al campamento tres y al otro al campamento cuatro, ahí se duermen unas horas, se descansa y yo ya a las nueve de la noche salí hacia la cumbre. Entonces se sale de noche, ocho horas subiendo, todo es un paso muy lento pero ya desde el campamento base el paso es lento hacia arriba. Y obviamente cuanto más se sube es más lento porque hay menos oxígeno, aunque ya en los últimos campamentos se empieza a subir y se duerme con oxígeno y de ahí con oxígeno y todo se tira a la cumbre ocho horas de noche, yo habré tardado casi doce horas o un poquito más en llegar a la cumbre», expresó el argentino que realizó la hazaña. Respecto al equipaje aclaró que la mayoría de las cosas la subieron los sherpas, como la carpa y la comida. Por otro lado, Javier se encargó de llevar su bolsa de dormir, algo de comida y ropa, entre otros artículos. En cuanto al oxigeno dijo que era lo más pesado, ya que se va con tres botellas para la cumbre y se van dejando a medida que se usan. En el regreso se toman las botellas se bajan.
El Monte Everest, un desafío mental y físico
A la hora de describir esta aventura Javier Remón expresó que la cumbre «no lo era todo».
Por la mente uno piensa si va a llegar porque es realmente exigente. Por eso para mi nunca fue que la cumbre lo era todo, es más importante como dice un amigo mio una foto en el campamento base con una sonrisa y todos los dedos de las manos y de los pies que la foto en la cumbre pero después con consecuencias.
Ya una vez que llegó a la cima y a medida que pasaba el tiempo sintió un «alegría intensa». El argentino destacó que «realmente se empieza a festejar no en la cumbre porque la cumbre es como hacer el gol en el primer tiempo, pero falta el segundo, hay que bajar. Desde ya que el momento es brillante, emotivo».
El 12 de mayo de 2021 sacó la foto en el punto más alto de la tierra. El barilochense contó que sacó la bandera argentina, el banderín de su compañía de safaris y tomó fotos para ya luego emprender su regreso. «Muchas veces la bajada es mucho más difícil que la subida. Al final fue más sencillo de lo que pensaba pero está bueno tener precauciones y después ya el festejo es total, es un festejo prácticamente de por vida poder celebrarlo», relató Javier Remón, el 27° argentino en subir al Monte Everest.
FUENTE: AIRES SANTA FE